viernes, 31 de octubre de 2014

Adaptación del cuento “Toda clase de pieles”. Versión de los Hermanos Grimm.


"Bela"


Hace muchos, muchos años había un Reino que estaba dominado por un poderoso hechizo: la tristeza. Aunque el hechizo era muy potente no en todos los lugares conseguía vencer. Uno de estos lugares estaba situado en una pequeña cabaña, en un bosque, donde habitaban un padre, una madre y una niña pequeña llamada Bela.

Delante de la entrada de la casa había un jardín precioso, rebosante de flores, las cuales con infinidad de colores desprendían todo tipo de fragancias. La madre de Bela era la que se encargaba de cuidarlo. Muchos de los vecinos y gente de paso, se quedaban delante viendo el espectáculo de colorido y sumergiéndose en el mar de olores. Muchas veces, en este estado de contemplación, podían oír las risas de Bela, de la madre y del padre y en ocasiones la puerta se abría convidándoles con una amplia sonrisa a que pasaran dentro a refrescarse, a comer o a degustar algo de la deliciosa comida que la madre de Bela había preparado.



Bela, niña alegre, muy bella, crecía feliz, rodeada del cariño de sus padres, de las risas y de las sonrisas que tanta gente mostraba al entrar en la cabaña. A veces el padre de Bela se ausentaba para ir a trabajar y para, como le decía la madre, ayudar a los que le necesitaban. Los padres de Bela se habían ganado la reputación de buenas personas porque siempre acogían a todos y siempre ayudaban a todos los que se lo pedían.

Cuando Bela tenía alrededor de 11 años se dio cuenta que el jardín no tenía tantas flores y que su madre ya no sonreía tanto. Había días que encontraba a su madre en la cama. En poco tiempo el jardín se quedo sin flores, la gente ya no se paraba delante y apenas entraba nadie a la cabaña. Su madre pasaba casi todo el tiempo en la cama y su padre dejo de sonreír. El hechizo de la tristeza también consiguió entrar en la familia.

Antes de fallecer, cogiendo a Bela entre sus brazos y mirando a su marido con profundo cariño, les hizo prometer a los dos que la tristeza no entraría en sus corazones y que lucharían por ser felices. A Bela además le dio un colgante que tenía tres iniciales: B, E, L.

– Pero mamá, indicó Bela. Le falta una letra.

La madre con cara cansada pero con una sonrisa de profundo cariño le contestó:

- No hija. La B es de bondad, la E es de esperanza y la L es de luz. Cuando en tu vida haya rasgos de cada una de ellas, al ser mágica, se iluminará la correspondiente letra. Son tres características que todos necesitamos para ser felices. La letra que falta la debes buscar por tu cuenta. Cuando la encuentres, tú y el colgante, estaréis completos y radiantes.

Al poco tiempo la madre falleció. Bela y su padre intentaron cumplir la promesa que habían hecho a la madre de que la tristeza no entrara pero era una tarea muy difícil cuando faltaba ella. Bela se ocupó del jardín y su padre procuraba ayudar a todos los que se lo pedían. Al cabo de unos años el padre le dijo a Bela que necesitaban de otra madre, de otra esposa para recuperar la felicidad que habían perdido.

Tres meses después de esa conversación Bela, que tenía 15 años, conoció a la que iba a ser su madrastra: Laila. Era una mujer muy bella, muy elegante, con una bonita sonrisa pero que no iba acorde con su mirada. El padre se encontraba eufórico y feliz como hacía tiempo que no estaba.
Los primeros días con Laila fueron muy felices. Las risas volvían a llenar la casa. Bela había conseguido que el jardín de nuevo tuviera flores y ella además se esforzaba para que se pareciera al jardín que cuidaba su madre. La gente volvió a pararse a la entrada de la cabaña a contemplar el espectáculo de las flores, a escuchar las risas que brotaban de la casa. Pero al segundo mes el rostro de Laila se torno más duro, de su garganta no volvieron a surgir más risas o palabras cariñosas, su rostro se ensombreció. Comenzó a tratar a Bela de forma despectiva, a reñirla, a su marido le cuestionaba una y otra vez el por qué de ayudar a los demás llegándole a prohibir salir de la cabaña para no hacer otra cosa que su trabajo.

La fuerza del hechizo de la tristeza volvió a entrar en la cabaña y quiso apoderarse de nuevo de la familia. Laila cada día trataba peor a Bela: la insultaba, le decía que no la quería, e incluso le dijo que era mejor que no hubiera nacido. Bela una y otra vez recordaba a su madre, recordaba la promesa que le habían hecho y se aferraba cada vez con más fuerza al colgante, el cuál parecía igual de triste que ella. Esa noche lloró y lloró en la cama hasta quedar rendida de cansancio. Mientras dormía una pequeña luz entró en la habitación. Bela desde la cama medio adormilada la observaba.

 - ¿Quién eres?, preguntó con curiosidad.

– Shhss, no te asustes, respondió la luz. Escucha, tengo algo muy importante para ti.

- ¿Qué quieres?, preguntó en un susurro Bela mientras contemplaba y escuchaba embelesada.

– He visto el dolor de tu corazón y vengo a ayudar. Te voy a dar un vestido que a todo el mundo maravillará, una capa que tu verdadera apariencia física a los demás esconderá y unas palabras mágicas que con sentido tu tristeza cambiará.

- Cuando te encuentres triste, mi querida Bela, envuélvete en la capa, piensa en un momento de amor que hayas tenido en tu vida y repite las palabras mágicas que te voy a decir: “Con amor vencerás la tristeza y algo más”.

La joven, aturdida aún por el sueño repitió en su cabeza y corazón, las palabras que acababa de escuchar, “con amor vencerás la tristeza y algo más”. Inmediatamente la pequeña luz, sonriéndole, hizo un pequeño guiño y desapareció de la habitación. A pesar de que era de noche, en la habitación había luz. Procedía del colgante. La letra E se había tornado luminosa y de ella brotaba una intensa luz, como si fuera de una estrella. Con el corazón latiéndole más deprisa la joven se preguntaba qué significaba aquello.

En su cama aparecieron un vestido, el más precioso que había visto jamás y una capa de aspecto normal. Inmediatamente Bela los recogió, se puso unos zapatos y sin hacer ruido salió de la cabaña, dirección al bosque. Durante varios días anduvo y anduvo sin rumbo fijo. Quería alejarse de Laila, la que había traído la tristeza de nuevo a la familia.

Un día se fijó en una pequeña cabaña de la que salía una anciana con un cántaro. La anciana caminaba con mucha dificultad y se dirigía hacia el río. Cuando volvió del río, no sin dificultades, regó con parte del cántaro un par de flores que tenía delante de la cabaña. Inmediatamente la joven Bela recordó el jardín que cuidaba su madre y la tristeza volvió a apoderarse de su corazón. En ese momento recordó la conversación que tuvo con la luz y sentada al lado de un árbol, se envolvió en la capa, recordó los momentos en que su madre le abrazaba y repitió las palabras mágicas “con amor vencerás la tristeza y algo más”. En ese mismo instante la anciana se dio cuenta de su presencia y le invitó a que se acercara. Con la capa puesta se acercó a ella y se dio cuenta que la anciana vivía sola. Apenada pero con el corazón fortalecido por las palabras mágicas decidió ayudarle. La anciana le comentó que la familia estaba enfadada con ella y que estaba sufriendo mucho porque no se atrevía a visitarles y porque físicamente ya no se encontraba bien. Bela se quedó unos días con ella, ayudándola en las tareas, hablando de su enfado con la familia y haciéndole la promesa de que su sufrimiento iba a terminar. La anciana le preguntó que cómo iba a ser eso. Bela, con una sonrisa amplia, le tranquilizó diciendo que en una semana volvería.

Durante varios días y noches Bela, preguntó por todas las cabañas del bosque buscando la familia de la anciana, hasta que un día, cuando menos se lo esperaba y ya cansada de la búsqueda, encontró a la familia que con tanta ansia buscaba. Les habló de su madre y de lo que pasaba. Los padres con sus cuatro hijos decidieron acompañar a la joven para reencontrarse con su madre. Al llegar a su casa la encontraron sentada a la entrada, con lágrimas en los ojos y con la mirada avergonzada hacia el suelo. Toda la familia abrazó a la anciana y la cubrió de besos. La anciana sin dejar de llorar, sonreía y constantemente repetía la palabra perdón. Bela, contemplando desde cierta distancia la escena, se dio cuenta que una luz brotaba del colgante, en este caso era la B que brillaba con intensidad. Y con una sensación confortable, saludando con una mano y con una amplia sonrisa en el rostro decidió seguir su rumbo por el bosque.

Uno de los días, mientras caminaba medio absorta por el bosque, escuchó un gran ruido de caballos que se dirigía hacia ella. Se escondió detrás de la maleza y observó a un grupo de unos 30 jinetes, con espadas, hachas sangrantes en las manos. Todos ellos sonreían pero con una expresión que no era de alegría o felicidad. Bela, inquieta y perturbada por esos rostros, se preguntaba quiénes eran y qué habían hecho. Después de tranquilizarse reanudó su camino y al poco tiempo divisó en la lejanía un poblado en llamas y medio destruido.

Durante todo un día siguió caminando hacia ese grupo de cabañas y casas medio derruidas. Al mediodía del día siguiente alcanzó su destino. El pueblo olía a muerte y a destrucción. Con la capa puesta, vio que la gente en cuanto percibía su presencia huía. Intento acercarse a un pequeño pero, éste con cara de miedo, totalmente asustado, corrió a esconderse.

Al atardecer, pasando por delante de una cabaña, de las pocas que quedaban en pie, escuchó unos sollozos y lloros amortiguados. Entró y vio una madre con tres niños de corta edad, uno en su regazo y dos apoyados sobre ella, llorando. Al percibirse de su presencia, la madre con la cara mugrienta y con los surcos de las lágrimas reflejados en su rostro, le dirigió una mirada felina que reflejaba miedo, locura y desesperación. Al intentar acercarse a ellos, éstos se movieron hacia la otra esquina de la cabaña. La madre puso detrás a sus pequeños y le preguntó ferozmente a Bela qué es lo que quería. Bela con voz suave y tranquila le respondió que quería saber lo qué había pasado. La mujer derrumbándose al lado de sus hijos le contó cómo un grupo de jinetes había destruido el pueblo y asesinado a la mayoría de los hombres, entre ellos su marido y padre de sus hijos.

La tristeza y la más profunda oscuridad habían entrado al pueblo y a los corazones de sus habitantes. Sentada al lado de la mujer y de sus hijos, se envolvió en la capa y recordando su casa, el jardín, las miradas y palabras cariñosas de su padre y de su madre, repitió las palabras mágicas: “con amor vencerás la tristeza y algo más”. Bela reconfortada por las palabras, abrazando a la mujer, le preguntó si tenía algo para preparar un caldo para la noche. La mujer, más tranquila, le contestó que no tenía suficiente para todos, pero que podía utilizar todo lo que tenía para cocinar. Bela cogió un gran puchero, lo sacó a la mitad del pueblo, encendió un gran fuego y puso agua a hervir.

Luego pasó por todas las casas, las derruidas y las que quedaban en pie y en todas ellas después de hablar con la asustada gente les pidió si tenían algo para comer. Les fue pidiendo a todos que fueran echando cosas al gran puchero colocado en el centro del pueblo. La gente, superando su desconfianza hacia Bela, comenzó a echar alimentos al gran puchero: alguna gallina, verduras, algo de la matanza del cerdo que tenían en sus casas, algunas patatas, algunos huevos,…

Al cabo de un par de horas Bela pidió a toda la gente que se acercara para tomar un delicioso caldo. Todos los que habían sobrevivido al ataque de los asesinos se acercaron alrededor del fuego con sus recipientes. Al lado del gran puchero, sentados en el suelo, en un gran silencio comenzaron a sorber el caliente caldo que esa extraña les había preparado. Los gemidos y sollozos previos dieron paso a los ruidos producidos al sorber el caldo, incluso se empezaron a escuchar las voces de los más pequeños dirigiéndose a sus madres.

Al día siguiente Bela, se levantó muy temprano y con ayuda de algunas mujeres y de algún hombre se preocuparon de preparar un desayuno a base de leche, pan que habían encontrado por las casas, huevos y algo de cerdo puesto a la brasa. Según se iba levantando la gente, se fueron acercando a la zona donde Bela había preparado el desayuno. Aunque las caras de la gente seguían mugrientas y algo idas, comenzó a aflorar una pequeña sonrisa en sus labios.

Después del desayuno Bela reunió a los hombres que quedaban y a algunas mujeres y comenzaron a pensar cómo reconstruir el pueblo. Las mujeres se dedicarían a limpiar todas las casas derruidas, los hombres a levantar nuevas cabañas y casas, los niños a cuidar de los animales y a recoger agua y leña y los niños más mayores irían a buscar a familiares y amigos que vivían en cabañas y pueblos más cercanos para pedirles ayuda. Esa noche, después del duro trabajo, durante el caldo compartido, Bela se dio cuenta que la E de su colgante brillaba con intensidad.

Al cabo de un mes el pueblo estaba totalmente reconstruido, en muchas casas habían empezado a abrirse las flores y se escuchaban de nuevo las risas y juegos de los niños. Bela comunicó a la gente que ella tenía que seguir su camino. El pueblo ese día le preparó una gran fiesta, con bailes y juegos. Al despedirse de todos ellos se dio cuenta que en su colgante brillaba con una luz fuerte y brillante la letra L. Comprendió entonces que la alegría, la luz había vuelto a ese pueblo.

Bela continuó su camino por el bosque. Un día apareció ante su vista un castillo enorme, precioso, luminoso. Los rayos del sol al impactar sobre él aumentaban su esplendor y belleza. Embelesada por tal visión decidió acercarse y entrar. El castillo y las casas que había dentro de él estaban todas decoradas, engalanadas con flores y cintas de todos los colores. De todas las esquinas brotaban olores que despertaban el apetito. De repente, unas trompetas comenzaron a sonar y un soldado con una armadura brillante anunció que esa noche se iba a celebrar un baile en el que todas las jóvenes estaban invitadas ya que el príncipe andaba buscando esposa.

Incitada por la curiosidad, Bela quería saber cómo era el baile y conocer al príncipe. Se puso el hermoso vestido que le había dado la luz y se ciñó al cuello el colgante que le había dado su madre. Durante el baile todas las miradas se fijaron en ella, la del príncipe también. Embelesado por tanta belleza el príncipe se acercó a Bela y le pidió bailar con ella. Ella se fijó en lo bello que era, en sus formas suaves y firmes, en su voz sedosa y agradable. Bela se quedó prendado de él y de su encanto.
A lo largo del baile el príncipe le habló susurrando de cómo una anciana que le había cuidado de pequeño le había contado cómo una persona le había ayudado a reconciliarse con la familia y de cómo una chica había ayudado a levantar el ánimo y a todo un pueblo destruido por los bandidos. Le comentó que a él le gustaría casarse con una chica con ese corazón.

Según iba contándole las historias las letras del colgante empezaron a brillar. El príncipe extrañado por la belleza que brotaba del colgante, de sus luces y brillos intensos, con las manos comenzó a contemplarlo. Mientras tanto Bela comenzó a llorar por el recuerdo de lo vivido y por las palabras de él. El príncipe sorprendido le miró y le preguntó qué le pasaba. Bela no pudo contenerse y dándose la vuelta salió corriendo del baile. Al girarse bruscamente el colgante se soltó de su cuello y quedó en las manos del príncipe.

El príncipe, asombrado por la reacción de aquella joven, salió corriendo detrás de ella pero no pudo alcanzarla. Mirando al colgante se quedó pensativo preguntándose quién era aquella joven. Su corazón deseaba encontrarse de nuevo con ella.

Al día siguiente salió a pasear por las plazas y calles del castillo con la esperanza de encontrarse con esa joven. Según paseaba se encontró con una anciana que le dirigía una amplia sonrisa. Iba acompañada de una familia con cuatro chiquillos. Al momento se dio cuenta que esa anciana era aquella que le había cuidado siendo un niño. Mientras la abrazaba vio al hombre joven que le había contado lo que había pasado en el pueblo destruido por los bandidos.

Seguían hablando, cuando de repente, la anciana y el joven callaron. Se dirigieron a una joven tapada con una capa que se encontraba en la otra esquina de la plaza. Se acercaron a ella y agarrándola por las manos la trajeron hacia el príncipe. Llenos de emoción se la presentaron como a la persona que había cambiado sus vidas, aquella que había roto el hechizo de la tristeza. En un primer momento el príncipe no reconoció a la joven, pero al mirar a sus ojos, su corazón dio un salto y temblando comprendió que enfrente tenía a la joven con la que había bailado la noche anterior. Bela mientras tanto seguía callada, mirando fijamente a los ojos del príncipe, sin nada que decir pero a la vez con el corazón invitándole a decir todo.

El príncipe sacó de su bolsillo el colgante, el cual brillaba con intensidad. Se lo puso en las manos de la joven. Bela cuando apartó los ojos de la mirada del príncipe para posarlos sobre el colgante, se dio cuenta que el colgante brillaba con una fuerza que no había visto jamás. Con gran asombro percibió que tenía una letra que antes no tenía: la A. Bela recordó las palabras de su madre y mirando al príncipe, con lágrimas en los ojos, le sonrió. El príncipe le puso un dedo en sus labios e inspirando profundamente le dijo si quería casarse con él ante la mirada atónita de todos los presentes.

Agarrando las dos manos del príncipe y sin apartar la mirada de su rostro, Bela llorando le dijo que sí. Besó sus labios y en ese momento la luz que había comenzado a brillar en la nueva letra del colgante brilló con tanta intensidad que los presentes tuvieron que cerrar los ojos. Era la letra que completaba el colgante y que le faltaba a Bela: la A de AMOR.

Por supuesto Bela y el príncipe vivieron muy felices, logrando que en su reino el hechizo de la tristeza fuera perdiendo fuerza hasta casi desaparecer.


Argumentación sobre los cambios realizados.

El cuento adaptado lo dirigiría a alumnos de Sexto de Primaria. También sería apropiado para alumnos mayores, más acordes con la edad de la protagonista. El texto quizás tendría que ser más breve ya que la duración de la exposición rondaría los 20 minutos.

Para hacer una buena adaptación del cuento “Toda clase de pieles”, he procurado respetar los elementos esenciales del esqueleto de la versión de los hermanos Grimm:

- Hay un núcleo familiar feliz que protege inicialmente a la protagonista.

- Algo sucede, su felicidad está en peligro y tiene que huir de la seguridad de su infancia.

- Sale al bosque, a enfrentarse a la vida adulta y a buscar el amor verdadero.

- Esconde su verdadera apariencia bajo una capa.

- Hace determinadas pruebas que le preparan para la vida adulta.

- Su verdadero ser es descubierto.

- Preparado para formar un núcleo familiar feliz.

Los cambios realizados son los siguientes:

- La familia no es una familia regia, sino normal, de origen humilde como la que pudieran tener los alumnos de sexto de Primaria. En vez de los arquetipos de belleza, riqueza y juventud a los padres les he dado otros valores como la bondad, empatía y solidarios con los demás, valores, por cierto atrayentes para los pre y adolescentes.

- He eliminado el incesto ya que es un tema que puede resultar desagradable (aunque en algunos pocos casos puede resultar real) y en vez de él he incluido una madrastra que puede resultar más cercano (ver a la madre más lejana, enfadarse con ella, incluso la llegada de una nueva madre a casa,…).

- He alargado la estancia en el bosque incluyendo pruebas que van preparando a la protagonista. Son relativas a la búsqueda de lo bueno, de ayudar a los demás, de despertar la esperanza, de eliminar la tristeza de los corazones, de cambiar lo que está mal…temas muy acordes con el deseo de utopía de las edades de 11-12 años. También he incluido algo de sangre y destrucción temática que tiene cierta atracción, sobre todo entre los chicos.

- He incluido la presencia de un ser mágico que ayuda: la luz. En la versión de los hermanos Grimm, por lo menos en la contada en clase, no había ninguno. En otros cuentos la luz sería análoga a las hadas madrinas o los ángeles de la guarda.

- En vez de varios regalos de la madre, en esta adaptación recibe uno que es además mágico y que le va afirmando en el camino que tiene que hacer para ser verdaderamente feliz.

Bibliografía:

- Propp, V. I. A., Propp, V. I. A., & Meletinski, E. M. (1981). Morfología del cuento. Madrid: Editorial Fundamentos.

- Bettelheim, B. (1983). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica.

- Pelegrín, A., & Lacoma, M. (1982). La aventura de oír: Cuentos y memorias de tradición oral. Madrid: Editorial Cincel.

Webgrafía:

- Labajo, I (2012) Cuando la literatura se adapta al niño. http://www.youtube.com/watch?v=hmG8g5KNXMc. Tomado el 28 de octubre de 2014

7 comentarios:

  1. ¡Hola Fran!

    ¡Qué historia más maravillosa! Está muy bien escrita y repleta de detalles que la hacen mágica y cautivadora. Sin embargo, hay un par de cosillas que me gustaría comentarte:

    - En cuanto a la estructura, echo en falta el que la protagonista tenga que hacer labores que sean de un "rango" menor de lo que ella está acostumbrada a hacer. La protagonista ayuda a mucha gente, pero todas las tareas son similares a las que hacía en su hogar o incluso más elevadas.

    - En cuanto a la redacción: en el tercer párrafo no mencionas quién muere ( se entiende que la madre, pero quizás deberías ser más explícito). También hay un cambio de género en el párrafo del baile; dices que al príncipe le había cuidado una anciana de pequeña...¡imagino que la anciana no era pequeña y el pequeño era él!

    Por lo demás, repetirte que me ha gustado muchísimo

    Un abrazo

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    1. Hola Laura. Viniendo de ti el comentario es un halago.
      Te contesto por partes. No menciono quién muere para que los lectores activen un poco la neurona, amén de que la palabra madre y mamá están repetidas muchas veces. He corregido el fallo que apuntabas.
      Respecto a las labores de un rango menor, tu apunte me ha hecho dudar y he tenido que consultar de nuevo, Propp, en su libro Morfología del cuento, habla de 31 funciones de los personajes. No habla de labores que sean de un rango menor, sino de tarea difícil y tarea cumplida. En este caso la protagonista es de una familia humilde, ¿cómo va a realizar labores de un rango menor?. En una protagonista que proceda de la alta alcurnia, el realizar labores de rango menor sí supone tarea difícil.
      Para Bela, aunque en casa haya mamado de ciertos valores, sus pruebas si son tareas difíciles.
      Gracias por tus halagos.

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    2. Muy bien comentario, Laura. Has ayudado a Fran y le has hecho reflexionar ¡Ahí es ná!

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  2. Buenas Fran, leyendo tu adaptación del cuento "todo tipo de pieles" debo decirte sinceramente que tienes una gran creatividad. Has respetado la estructura interna de todo cuento maravilloso; un planteamiento, acciones y desenlace feliz. Me ha gustado que hayas incluido a un personaje mágico y sobrenatural como la luz, un toque fantástico ideal para el rango de edades que has elegido. También he visto que has incluido el arquetipo de la madrastra como arquetipo nuevo que no presentaba el cuento original. Las familias actuales son muy diversas y se alejan mucho de una familia tradicional con padre y madre biológicos, a mí no me gusta el arquetipo de la madrastras en los cuentos maravillosos, ni otros arquetipos, pero lo considero una opinión muy personal y yo no lo incluiría porque no lo veo necesario.
    Las aventuras de la protagonista durante el nudo del cuento son realmente entrañables y Bela se enfrenta a situaciones que hacen el paso de niña a persona adulta como bien reflejan los cuentos maravillosos. Quizás el nudo del cuento es un poco extenso, entretiene la atención del oyente y pierde, desde mi punto de vista, la intriga inicial que se disipa, pero el simbolismo del colgante me parece realmente bonito.
    Para mí has realizado una adaptación tan elaborada, original y creativa que parece un cuento un tanto distante al original. Hay unos cuantos personajes nuevos con papeles diversos, muchas acciones nuevas dentro de la intriga global del relato que enriquecen la versión original pero quizás lo alejen un poco del mismo con tu gran imaginación.
    Esta es mi visión de tu cuento que sin duda es “precioso”.

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    1. Hola Luisa. Gracias por el trabajo que te has tomado de lectura y de comentario. No creas que tengo gran imaginación. Todo el mundo tiene creatividad e imaginación, el asunto está en meter horas, explorar posibilidades, utilizar el hemisferio derecho haciendo callar un poquito al sabelotodo del hemisferio izquierdo (tal como decía Betty Edwards en su libro "Aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro").

      El arquetipo de la madrastra tampoco me gusta a mí y estuve pensando en no incluirlo pero después de leer lo siguiente de Bruno Bettelheim (página 79-80):

      "Así pues, la típica disociación que los cuentos hacen de la madre en una madre buena (que normalmente ha muerto) y una madrastra perversa es muy útil para el niño. No sólo constituye un medio para preservar una madre interna totalmente buena, cuando la madre real no lo es, sino que también permite la cólera ante la «madrastra perversa», sin poner en peligro la bondad de la madre verdadera, a la que el niño ve como una persona diferente. De este modo, el cuento sugiere la manera en que el niño tiene que manejar los sentimientos contradictorios que, en otras circunstancias, le obsesionarían al nivel en que empieza a ser incapaz de integrar emociones opuestas. La fantasía de la madrastra cruel no sólo conserva intacta a la madre buena, sino que también evita los sentimientos de culpabilidad ante los pensamientos y deseos que el niño tiene frente a ella; una culpabilidad que podría interferir seriamente en la buena relación con la madre."

      Me pareció que era interesante incluirla por la disociación que pueden tener los niños de experimentar en ocasiones a la madre buena y en otros como mala y poder gestionar dichos sentimientos sin culpabilidad. Además, algunos niños actualmente tienen la experiencia de la "querida" del padre o de la nueva mamá, un motivo más para no descartar a la madrastra, tan presente en tantos cuentos. Pero como bien dices, es también mi opinión personal aunque apoyada, en este caso, por el psicoanálisis, por supuesto cuestionable y revisable.

      Respecto al nudo, me he extendido adrede en las pruebas de paso a la vida adulta de Bela, llamados ritos de iniciación en algunas culturas, para remarcar la importancia de este momento de cambio, de conversión, de hacerse adulto. Además haciendo ver que la persona es protagonista de su propia historia y la construye. Como está dirigido a niños de sexto de Primaria he creído muy conveniente remarcar este momento para que ellos también se sientan responsables de su historia, constructores de ella.
      Como siempre tus comentarios son enriquecedores y además muy jugosos. Gracias.

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    2. ¡Qué gran comentario, Marisa! Es un gustazo tener alumnos como tú. Este tipo de colaboraciones son las que realmente favorecen el aprendizaje cooperativo. Muchas gracias.

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  3. Has hecho una estupenda adaptación, Fran. El estilo de a narración me recuerda (salvando la distancia temporal y la finalidad) a las versiones que el Padre Coloma hacía de los cuentos folclóricos. Has sido capaz de mantener ese encanto que tienen las narraciones antiguas.
    Como Laura y Luisa, en una primera lectura he tenido la sensación de que hay algún momento en que te alejas de la estructura. Pero después de leer más detenidamente tu adaptación, es cierto que lo has clavado :D Enhorabuena.

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